Mundo Brujo

18 jun 2011

“Guerrero de plata, fantasma, espectro

Te vuelves carne, te vuelves amarillo.

Carne amarilla de tanto sol, de tanto amor.”

Moniluka (Vikingo muerto por defender a su tripulación de las sirenas)

Albertina (Arrugada como una pasa de uva, piensa y susurra)

- “entre la vida y la muerte, estoy mas cerca de la muerte”

Se mira las manos que están siendo iluminadas por un rayo de sol, que atrevido, atraviesa la ventana de su casa octagonal, para terminar de apoyarse en su silla de mimbre, esas sillas, en las que se sientan las abuelas para permanecer horas de horas. Albertina se vuelve a mirar las manos, esta vez se queda pensativa, preocupada, porque sabe que se le hizo tarde para ir a hacer eso que tenía que hacer; su mirada de preocupación se queda en una de las tantas arrugas de su mano izquierda. Se acuerda de la vez que le dijo a Leonardo de ir a vivirse con él a su casa. Arriesgándolo todo, sin importarle nada, con esa osadía que la elevaba y la hacía buscar todo el tiempo, como si aun jugara al tesoro escondido, o cantara la canción, aserrín aserrán, con tanto entusiasmo, sin entender si quiera porque le gustaba tanto.´

- “era una niña” (vuelve a decir, esta vez, con ganas y con voz de locutora) cierra los ojos y respira profundamente para no caer en el desequilibrio mordaz que viene a arrancarle de a pedacitos la sonrisa. Abre los ojos, apenas puede sonreír, siente como el viento le hace el amor a sus pies desnudos sobre la tierra, sus pies, que son como dos lunas de Júpiter, como dos terrones de azúcar, como dos nenúfares, como dos gemelos, como dos Venus, como dos soles, como dos manos sonámbulas. Empieza a sentir como sus pies entran en un agujero negro como si estuvieran flotando al lado de Júpiter o Saturno, pero caen sobre la tierra una vez más, porque la tierra es su paraíso, la tierra y no el cielo como nos han hecho creer.

(La Plata,23 de junio del 2010)

Monilú/ Lucia Ríos

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